sábado, 5 de marzo de 2016

Gritos de Isco


En mayo, el Madrid lo ganará todo. No cabe otra. Para entonces ya habrá completado la transmigración del alma. Ha llevado tiempo, pero casi está hecho. Primero tuvimos que desembarazarnos de Mourinho, que era un tipo que se permitía jugar al contragolpe y ganar al Barcelona. Había que echarle, pero poquito, para no alterar el ecosistema de la prensa. Tenía que marcharse sin que pareciera que ya no estaba. Así podría ser el culpable en las derrotas y la comparación odiosa en las goleadas. Así podríamos explicar las cantadas de Casillas en el Bernabéu, y aun en el Oporto, sin que a nadie le estallase la cabeza. Los periodistas necesitan carne. Y Mou es su herbívoro favorito. Un herbívoro con muy mala hostia, eso sí; un hipopótamo, si se quiere.

Costó, pero al fin llegó, por aclamación del madridismo, el entrenador que el club se merecía, que no era sino el del filial. Contra el Atlético, el primer cambio fue el de Borja Mayoral por Karim. Pero el equipo no carburaba. Así que Zidane se deshizo de James y puso a Lucas Vázquez, a ver si con un segundo Isco sobre el césped la cosa se arreglaba. Inopinadamente, no resultó. Quitó entonces al primer Isco y sacó a otro canterano: Jesé. Ahora sí que sí, Madrid, no me jodas. Pues tampoco.   

No hay peligro. Cuando se haya completado la metempsicosis jugará el Castilla directamente, y así no habrá Ponferradina que se nos resista. Será, con suerte, la semana que viene. Lo bueno es que tenemos las lesiones de nuestro lado: quién quiere un atleta herniado galopando la banda, pudiendo tener a un particorto con cara de Manchester City regateando hacia atrás. El mejor sobrenombre para Isco se lo inventó Queipo de Llano: “Paca la culona”, allá cuando el pueblo coreaba “Franco, Franco” en la plaza de Oriente.

Y quién quiere a un goleador neurasténico jugando de espaldas a la portería, pudiendo tener a otro cualquiera. Karim es la deshumanización del fútbol, por decirlo con Ortega. Cuando la pintura deja de imitar a la realidad se convierte en un arte para élites. Todo el mundo puede aprehender lo humano, pero solo los iniciados pueden comprender las claves de lo conceptual. La abstracción no es más que la estética por la estética. Como Karim: la estética por la estética, el fútbol contra las masas. Karim es lo que pasa mientras suenan gritos de “Isco, Isco” en las gradas. Es inadmisible.

Por no hablar de Modric. Los buenos jugadores son aquellos capaces de leer las jugadas que solo los hipermétropes podemos ver desde casa. Los fueras de serie, sin embargo, son los que inventan un fútbol que ni siquiera se vislumbra desde el palco del Bernabéu. Lukita coge el balón y desde el sofá lo ves claro: abre a la banda, mira a Marcelo. Pero él no te escucha. Entonces le pega con el quinto metatarsiano, para meterla oblicua, entre los centrales, y dejar a Cristiano a las puertas del cielo. Esto no se puede aguantar.

El próximo domingo, aleluya, finalizará la transmigración del alma madridista y saltará el Castilla a la cancha. Entre tanto, gritos de “Llull, Llull”, en el salón de mi casa.